Nunca Encajamos.
Ahí estaba el fuego. |
Cierras los ojos.
Vuelves
allí,
al
fuego de mi pelo,
a mi
cuerpo de maniquí.
2005.
Llamadas telefónicas,
eras
mi despertador
para
ir al instituto.
Silencios
incómodos,
y yo aún me pregunto:
¿Porqué
insistías?
¿Por
qué sigues apareciendo en mis sueños?
Nunca
encajamos.
Eso
es algo que sabes bien.
Yo me
quedé perdida en el ámbar de tus ojos.
Y tú
a saber qué viste en mi.
Nunca
encajamos.
Pero
aún así lo forzamos.
Yo
era más del Tote King.
Y tú
del Nyno Vargas.
A
veces volvía yo.
A
veces volvías tú.
Me
acostumbré a tu hielo,
que
en ocasiones derretía mi fuego.
Así recuerdo la primera vez. |
Me
quedé con las ganas
de
follarte con esa magia,
que
sólo tiene la capacidad
de
crear alguien demisexual.
Pero
nunca encajamos.
No
supimos hacerlo de forma correcta.
Nunca
nos enamoramos.
Nos
desnudábamos para que te olvidaras de ella.
De
ellas. Y cada una de esas
que
te han destrozado el corazón.
Lugar
prohibido al que no podía acceder.
Cuando
lo intentaba, me dabas un sartenazo.
Y yo
te dejé hacerlo.
Contigo
nació mi mayor defecto.
Esa
manía de no saber rendirme.
De no
poder soltar, aunque me quemase.
Porque
era capaz
de
ver en ti cosas buenas
que
ni tú mismo sabías
que
habitaban dentro de ti.
Si
buscas la definición
de la
expresión “vives en un círculo vicioso”
en
cualquier buscador de internet
aparecería
bien grande y en negrita DOBLE L.
no
fue más que una manera de engañarnos,
de
hacernos creer que aquello extraño
que
teníamos era sano.
Pero
la realidad es que nunca nos conocimos.
No me
preguntes qué era…
Pero
tú y yo nunca fuimos amigos realmente.
Como
en la peli de One Day, volvíamos por costumbre.
Agradezco
al destino
que
entrelazara nuestros caminos.
Me
ayudaste a evolucionar como ser humano.
Me
hiciste mejor escritora.
Y si
esta mierda hoy no rima,
es
porque estoy
en mi
tercer día de migraña.
Simplemente
me sale lo que llevo dentro.
2020
y reapareces.
Me
dices que has cambiado.
Que
te arrepientes,
de lo
mal que me has tratado.
Y
echo la vista atrás,
me
doy cuenta de que ya no me afecta.
Todo
lo que me heriste se convirtió en cenizas.
Otros
llegaron y me jodieron mucho más.
Dos
coca-colas zero.
Sí
que has cambiado.
Ya no
hay silencios incómodos,
pero
yo es que ya no me fio ni del tato.
Quizá
si somos conscientes
de lo
que realmente queremos
y
somos capaces de ser maduros,
no se
forzará más.
Y la
historia continuará...
26/01/2020
Lai Mor Rubia
Comentarios
Publicar un comentario