Ya no quiero.

El cactus fue lo único bueno de lo nuestro.


Ya no quiero hablar de ti.
Es algo que me cansa.
Ya no suelo pensar en ti,
fue algo que ocurrió sin más.

Después de “Sabía que no ibas a llamar”,
debí haberte mandado a la mierda,
no volverte a hablar, no volver a quedar.
Pero me enredaste una vez más.

“Me gustas” fue pura dopamina,
se lo escribí a esa imagen de ti
que tú me vendiste, que yo me imaginaba.
Fueron mis ganas porque aquello fuera real.

Ya no quiero hablar más sobre ti,
no hay ninguna motivación.
Ya no me toco pensando en ti,
ni si quiera te apareces ya en sueños.

Me arde el culo
de cagar las mariposas
putrefactas que vivían en mi estómago.
Y por el retrete que se van mis sentimientos.

Ya me da igual si a veces te follas a otra.
Con la distancia dejé de sentirte mío.
Putada tuya, tras putada dejé de sentirme tuya,
Y yo que creí que jamás llegaríamos a esto, pero pasó.

Que no llamar, no es amor.
Que no cuidar, no es amar.
Que ser infiel, no es amor.
Que ser pasota, no es amar. 

Gracias a ti tengo un amor incondicional hacia los cactus, e irónicamente tú pinchabas igual que uno de ellos, cada vez que yo intentaba abrirme a ti y mostrarte mi mejor versión, sangraba cada vez que te abrazaba. 

Fin.

Laila Mor Romero.

Comentarios

DESTACADOS 2019

Memorias de una ornitofóbica.

Paradigmas.

No te arrimes a mi, soy una bomba de relojería a punto de estallar.